El volante criollo y capitan de la vinotinto no se siente muy comodo en el Mallorca, aun así espera mejorar su nivel para salir de la crisis que tiene su juego actual.
CARACAS. Muchos goles se han gritado en el Ono Estadi desde el día en que aquel jugador tímido llegó a Palma por recomendación del entrenador Benito Floro. De él se conocía que tenía una zurda depurada y gran habilidad; venía de jugar en el Puebla de México; antes estuvo en el Monterrey que Floro también dirigió. Juan Arango llegaba al conjunto bermellón para hacer el trabajo que a pocos venezolanos se le había confiado y, además, dentro de un equipo despechado por la partida de Samuel Eto’o al Barcelona.
Mallorca necesitaba cariño.Arango llegó y en su primera temporada marcó seis tantos. ¡Clic! Comenzaba el flirteo con la afición. Sin experiencia en Europa, el maracayero labró el terreno de su consolidación en el fútbol de Primera. Floro se despedía del equipo y dio paso al argentino Héctor Cúper. Entonces llegó el momento de brillar para Arango.
El criollo se metió la isla en un bolsillo y lo que comenzó como un contrato por un año se prolongó, así como la cantidad de goles que marcó en España.En la 2005-06, Arango casi logró duplicar la cifra de tantos (11) que le avalaron durante su primer año como rojillo. Aquel tipo de pocas palabras, de carácter sosegado, se volvió en héroe querido, en referencia.Durante un partido contra el Sevilla en 2005, Arango recibió un codazo criminal por parte del defensor Javi Navarro.
El venezolano cayó sobre el césped en el acto. El impacto le ocasionó un paro respiratorio y lesiones múltiples en el rostro. Cinco semanas después, aún con el pómulo sensible, Arango volvió. Ono Estadi, de pie, le mostró todo el cariño que no tardaría en crecer.Con un hat-trick ante la Real Sociedad, Arango selló el amor con la afición. La prensa española no se cansó de alabar cada una de sus dianas, pero el último tanto, gol imposible, demostró la genialidad que dejó el venezolano como legado. Era el mismo jugador que con sus goles hizo renunciar a Florentino Pérez y que en Venezuela dio significado al 18 en la camiseta.
Con Gregorio Manzano como nuevo DT, Arango se ganó cada uno de los soles en su charretera, sacrificándose, jugando de lateral izquierdo, dejando a un lado el protagonismo.Con Dani Güiza como compañero de ataque, Arango sonreía y en sus números se reflejaba la dicha. Los doce tantos que anotó la temporada pasada, su mejor marca en España, dieron fe del buen momento que vivía dentro del grupo.
Aquel Mallorca quedó a un punto de entrar en la Copa UEFA y hoy, con el éxodo de media plantilla, Ariel Ibagaza y Ángelo Basinas incluidos, los baleares luchan por no descender. Arango quedó solo, con el mote de estrella, de único capitán. Comenzaron los problemas.La prolongada estadía en la zona roja creó roces con la afición, con los medios. Ocho caídas en fila aumentaron las asperezas. Arango, retraído y lejano, no parece feliz; está distante y aún dando asistencias no convence.
Lleva dos tantos y no se ve animado.La relación con Mallorca parece desgastada. Arango puede pensar ya en un nuevo pretendiente, escuchar el interés que siempre llegó desde Inglaterra de una buena vez. Es tiempo de recuperar la chispa y no desperdiciar tanto talento. Arango se tiene que enamorar otra vez.
Cortesía: www.liderendeportes.com

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